"Los sabios heredarán honra, más los necios llevarán ignominia"

(Proverbios 3:35)

jueves, 21 de octubre de 2010

El Balsero

El suelo seco y rocoso quema como si estuviera caminando sobre magma, y en el horizonte brumoso y trazando una línea horizontal desigual, se tiñe cada vez más a un tono purpúreo. Camino completamente desorientado, mirando a todos lados sin comprender en que lugar me encuentro, solo unos vagos recuerdos con imágenes entrecortadas es lo último que me dicta mi memoria, de lo que posiblemente fue donde me encontraba antes de llegar acá, pero mi mente no les puede dar un orden comprensible, por lo tanto sigo perdido en este sitio oscuro y rojizo.

Aullidos agudos comienzan a molestar mis nervios auditivos, y su volumen va in crescendo. Recién me doy cuenta que tengo el torso desnudo salvo mi colgante de oro, pero mi pantalón esta hecho harapos y mi aspecto facial debe ser como veo mi cuerpo, todo sucio y cortado. Llegue a la orilla de lo que parece ser un amplio río, ahora ese maldito aullar esta más presente que antes y se oye más potente, me tapo desesperadamente los oídos, pero ese molesto ruido atronador me perfora por dentro. Cuando me alivio un poco del sonido punzante, veo sobre la orilla miles y miles de cuerpos en estado putrefacto, suplicando hacia el cielo negro, ahora sí que mi confusión llegó a un punto limite, no entendía absolutamente nada. Sobre la capa de niebla que asciende vaporosa sobre el río de agua roja, se dibuja una figura humana sobre una larga balsa de madera en estado lamentable. Por fin de la sombra se genero la textura de un hombre anciano, con una calvicie total, una barba blanca que claramente le llegaba a las rodillas y a pesar de la edad se le notaba un estado atlético admirable, el balsero se acerca sonriente y cantando.

- “… el alma pecadora… viajando va, viajando va…en el agua de los lamentos… se va a ahogar, se va a ahogar”

La balsa se desliza sobre el río de color rojo, el balsero con la ayuda de su remo se acerca a la orilla y comienza a mirar entre la multitud de cuerpos putrefactos que aúllan. Con su mano abierta sobre su frente mira hacia un lado y luego hacia el otro, hasta que me vio, o será que el brillo de mi colgante de oro resaltó por demás en tanta oscuridad, pero se quedo mirándome y me señalo para que me acerque a la balsa.

- Paga con tu colgante de oro, pecador… y te haré cruzar el río, solo yo conozco el camino.

- ¿Y como puedo confiar en ti? – Le reproché.

- Eres afortunado pecador, mira cuantos lloran y me suplican para que los lleve, pero nadie tiene nada para pagar. En cambio tú tienes ese colgante de oro.

- Esta bien, te pagare… pero antes dime, ¿Qué lugar es este?

- ¿Es que no te has dado cuenta?... ya lo sabrás entonces, pecador, pero no te olvides del pago.

Primero dudé, pero luego accedí. Nada me costaba dárselo, además mis deseos de irme de ese tenebroso lugar eran enormes. Así que una vez que el viejo balsero guardo el colgante de oro, me dejó subir a la enorme balsa, apoyo el remo en la orilla y haciendo caso omiso de los aullidos de los cuerpos putrefactos, con sus enormes brazos empujó la embarcación y nos adentramos al enorme río de color rojo.

Recorrimos un largo tiempo, en un momento dado solo era agua, no existía ninguna visión de tierra en el horizonte purpúreo. De pronto comencé a preocuparme, sin embargo el viejo balsero seguía cantando alegre, y a pesar de la edad que revelaba sus largos cabellos blancos, no mostraba señales de cansancio.

- ¿Adonde precisamente me llevas balsero?

- Al lugar donde serás juzgado pecador

- ¿Juzgado?... ¿Y que delito he cometido?

- ¿Acaso durante toda tu vida has respetado las leyes divinas?

- Bueno… no, durante mis últimos años… no las he respetado

- Ese fue tu delito, pecador… tal vez ya es tarde para decírtelo, pero “no os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón”.

- ¿Qué intentas decir con esas palabras balsero?

- Que de primer momento tu imagen no me pareció la de un pecador impío, y por un instante creí que iba a transportar un pasajero a los Campos Elíseos, pero cuando vi el brillo de tu colgante de oro, pude ver la codicia que oscurece tu alma, pecador.

Estaba por reprocharle su último comentario, ya que me pareció una falta total de respeto, pero un rugido grave además triplicado, me hizo olvidar de la ofensa del viejo balsero. De pronto mi garganta se resecó, mis piernas se inmovilizaron y mi frente comenzó a sudar a litros.

- Aquí es pecador… llegamos a la orilla.

Sin responderle, con enorme esfuerzo pude reponerme el shock y baje de la balsa mirando para todos lados casi sin respirar. Todo era oscuro, apenas una que otra llama como pequeñas velas en el suelo daban un mínimo halo de luz como para guiarme. Hasta que lo vi… una enorme sombra detrás de unas columnas revelaban al gigantesco monstruo de tres cabezas, el del rugido feroz que hace un momento me había helado de miedo a pesar del sofocante calor. Cuando intento salir corriendo hacia la orilla, el balsero comenzó a alejarse.

- Ten cuidado pecador, es posible que Cerberos no haya comido todavía.

- Espera, todavía no me dijiste quien eres ni donde estoy

- Es verdad, mi nombre es Caronte, pecador… y estas por entrar al infierno… espero hayas disfrutado de tu viaje – el viejo balsero se alejo cantando - “… el alma pecadora… viajando va, viajando va…en el agua de los lamentos… se va a ahogar, se va a ahogar”

Así que comprendí, que debía atravesar un largo camino para ser juzgado, si es que Cerberos antes no me come. Bueno… es aquí donde comienza el principio de mi propio fin.

jueves, 22 de julio de 2010

Prueba de Fe

Un golpe de estado sacude por completo la tranquilidad de un país, que hasta ese momento vivía en una calma y libre democracia. La población completa, desayuna la noticia de que las Fuerzas Armadas asumen el mando, con el pretexto de reestructurar el orden, y de no permitir que la libertad de expresión genere libertinaje, y el libertinaje genere anarquía.

Al poco tiempo los altos mandos de las Fuerzas Armadas activan un toque de queda muy estricto, en el cual los comandos a cargo de la tarea tienen la orden no solo de arrestar, sino también de disparar contra aquellos que no respeten esta medida.

Los comunicados vía televisión y radio son cada vez más frecuentes, en los cuales el gobierno de facto establece todo lo que esta prohibido realizar, como por ejemplo: reuniones de política, reuniones de juego, fiestas, reuniones religiosas, etc. De todas maneras siempre aparecían en las noticias, grupos de personas ametralladas por los comandos de represión.

A pesar de todas las advertencias, un grupo cristiano se junta a orar a escondidas, en la casa o del Pastor o de algunos miembros del discipulado. Constantemente cambian de día y de hora para reunirse, así disminuyen las sospechas. El grupo no es numeroso, pero hay personas de todas las edades, que se presentan siempre para dar su muestra de fe. Para no llamar la atención a los comandos que patrullen afuera, cuando cae la oscuridad total de la noche, prenden una pequeña vela cerca del Pastor, para que pueda leer la Biblia y predicarles.

Una madrugada, mientras el Pastor les compartía pasajes del libro de Jonás, de repente un golpe seco derriba la puerta y entran dos comandos de represión, apuntando de manera amenazante con sus fusiles de asalto M4, sobre todas las cabezas del grupo cristiano. La reacción sorpresiva asustó a la mayoría de los presentes, solo algunos junto al Pastor cerraron sus ojos y oraron en silencio, hasta que el rugido de uno de los comandos quebró su oración.

- ¡¡A ver!!... ¡¡Aquellos que no creen en Dios y no pertenecen a este grupo… SE VAN YAAA!!

Estupefactos, comenzaron a mirarse unos a otros, hasta que unas seis personas comenzaron a levantarse lentamente y de pronto salieron corriendo sin mirar para atrás. Los comandos cerraron la puerta, apuntando se fueron acercando al grupo, dejaron los fusiles apoyados en la pared, del bolsillo de sus pantalones de combate, sacó cada uno una Biblia y se sentaron, con aquellos que fielmente se quedaron.

- Listo Pastor, ahora si quedamos entre cristianos… puede seguir.

lunes, 3 de mayo de 2010

Menu

La noticia se corrió en un instante, ya que de un contingente de alumnos que disfrutaban de su viaje de egresados, que ganaron en un programa de televisión, habían desaparecido por lo menos cuatro de ellos, en los alrededores de un pequeño pueblo sureño, apartado prácticamente de la civilización. Debido a la explosiva noticia, muchos periodistas, policías, familiares y curiosos, se acercaron a este pueblo, que antes de este episodio no lo visitaban ni los mosquitos.

De golpe se había llenado de gente por todos lados, y al mediodía todo el mundo fue a almorzar al único restaurante del pueblo. Aníbal, su dueño, era quien preparaba la comida, y era famoso por su “Carne al horno con guarnición de papas doradas y cebolla frita”, toda esta exquisitez bañada en una salsa que según él “…es un secreto de familia”. Todos probaron el famoso menú, acompañado de un excelente vino tinto de “elaboración propia”.

Pasaron los días, la misteriosa desaparición de los egresados no tuvo una resolución, así que prácticamente los “turistas” se fueron como llegaron. Solo dos periodistas se quedaron unos días más. Al mediodía fueron al restaurante de Aníbal, que ya se encontraba prácticamente desierto, solo un par de camioneros que se tomaban un pequeño descanso antes de continuar su camino, como estaban tomando una cerveza en la barra, así que ellos eligieron una mesa cercana a la cocina. Aníbal se acercó a los camioneros.

- Que tal Jefe, con mi compañero escuchamos de un menú fantástico de “Carne al horno con papas” y salsa, una receta familiar… quisiéramos probarlo antes de seguir viaje.

- Si me esperan, porque recién acaba de llegar la carne.

- No hay problema Jefe, esperamos… mientras esperamos, podría servirnos otra ronda por favor.

- Enseguida.

De una heladera Aníbal sacó dos porrones, se los destapó y se acercó a la mesa de los periodistas.

- Muchachos, quedaron ustedes nomás de todos los que vinieron.

- Si, la verdad que nos encantó su menú.

- ¿Quieren pasar a la cocina y ver como lo preparo?... de paso escriben una nota y me hago famoso, jeje

- Si nos permite, estaríamos más que encantados.

- Pero por favor, pasen por acá – los periodistas entraron en la cocina.

Luego de un largo rato de espera, apareció Aníbal con dos platos de su humeante menú.

- Perdonen la tardanza muchachos, tuve que preparar la carne… que lo disfruten.

lunes, 8 de marzo de 2010

Batalla

La oscuridad parecía infinita y lo cubría todo. Pequeños centelleos de luces salían disparadas a diferentes lugares, iluminando solamente su trayectoria. En esos pequeños flashes, podía ver cientos de cabezas y cuerpos, golpeándose entre si, podía decir que lo que estaba viviendo era una batalla. Una rara sensación entre adrenalina y miedo. Había momentos que temía por mi seguridad, pero ya estaba ahí y debía afrontar mi destino.
Mis compañeros se lanzaban encima de los demás como si nada le importara... de a ratos perdía de vista a alguno, pero después de un momento, lo ubicaba entre la confusión de cuerpos que se castigaba sin compasión alguna.
La multitud se abalanzaba hacia todos lados, el rostro de los que tenía al lado hace un momento, no son los mismos de los que tengo ahora. Mis compañeros se mezclaban entre el gentío, algunos avanzaban, otros retrocedían, y otros como yo, manteníamos el lugar.
Más corría el tiempo y más golpes recibía... de todas clases, en todos lugares y con diferentes intensidades de fuerzas. Obviamente tuve que devolverlos, pero no fui tan violento como mis atacantes. Y los últimos minutos fueron los peores, casi una masacre, algunos caían e inevitablemente los pisaban sin piedad.
Una terrible experiencia, bastante extrema, en la cual nadie se siente preparado hasta que le toca afrontarla. Hasta podría decirse que es un paso que uno da, dejando una etapa de niñez y comenzando a ser adulto y depender de uno mismo.
Fue bastante intensa la batalla entre tanta gente, pero todo principio tiene un fin, así que la banda hardcore-punk que estaba tocando, se despide diciendo que ese había sido el último tema. Prenden todas las luces y todo el público se empieza a reencontrar con sus amigos, todos transpirados y cansados. Yo me reúno con mi grupo, se los veía eufóricos y contentos... yo también lo estaba, para ellos era una batalla más, pero para mi fue mi primer recital.

viernes, 22 de enero de 2010

El Silencio de la Noche (Parte 3: Final)

La conmoción es inmensa por la muerte del agente a manos del Espectro. Todos los medios acusan la inutilidad del subcomisario Navarro, y hasta en los noticieros locales exigen su inmediata renuncia, ya que El Espectro sigue asesinando impunemente.
Navarro cae en un pico depresivo, la presión lo agobia y lo confunde a la hora de tomar decisiones. Aprovechando este momento el principal Cáceres, comienza a coordinar las tareas en la Brigada. La intendencia es testigo de la momentánea desorientación de Navarro y la sorpresiva eficiencia de Cáceres como Jefe de grupo. En ese corto lapso de tiempo, El Espectro no hizo ninguna aparición, este fue otro motivo de tranquilidad para la intendencia, como para empezar a hacer circular el rumor de que Cáceres reemplazaría a Navarro.
Mientras el subcomisario cena con su mujer, una llamada telefonica quiebra en dos el momento de tranquilidad. Navarro atiende…

- Subcomisario, ya sabe quien habla, con usted no necesito presentación… soy el motivo de su malestar, así que lo espero en la vieja plazoleta, al lado de la fuente de agua… y por favor, venga solo… arreglemos esto entre nosotros.

Colgó el teléfono y salió rápidamente de la casa. Llego a su destino, la vieja plazoleta… apenas iluminada por dos faroles al lado de la fuente es lo que le da un poco de vida, es esa noche tan apagada y húmeda. Al subcomisario le tiemblan las piernas a la altura del muslo y sus rodillas, mira para todos lados y solo encuentra dos autos estacionados, algo separados y a unos cuantos metros de la plazoleta. En un microsegundo, una instantánea sombra pasó al costado de la fuente y sorprendió a Navarro provocando un corte detrás de su hombro derecho. Cae de rodillas, logrando apenas mantener la estabilidad, apretando fuerte la herida, pero la hemorragia es intensa. Ahora si se encuentra frente a frente con El Espectro, lo mira fijos a los ojos mostrando su sorpresa.

- Cáceres ¿se puede saber que haces?
- ¿No se dio cuenta todavía subcomisario?... estoy atrapando al Espectro.
- ¿De que hablas psicópata desquiciado?
- Era la única manera de destronarlo de su cargo, inventé al Espectro y sabía que usted nunca daría conmigo, así que aproveche para empezar a hacerme ver como líder y ahora que la intendencia se fijó en mí para reemplazarlo, ni Dios va a detenerme para lograr mi objetivo.
- ¿En serio pensas eso?... sos un verdadero idiota, el puesto iba a ser tuyo cuando a mi me salga la jubilación, ahora le vas a tener que agradecer a satanás en la cárcel por todas las almas inocentes que tuvieron que pagar el precio de tu impaciencia.
- Jajajajaja… no me diga, ¿acaso usted va a detenerme?
- Estas tan ciego en tu ambición que seguro no vistes los autos que están estacionados frente a la plazoleta.

Cáceres preocupado por el comentario gira y rápidamente vuelve su vista al subcomisario que sigue tomándose su hombro sangrando.

- ¿Y quienes se supone que están en esos autos?
- ¿Acaso pensaste que la intendencia te iba a dar el puesto sin investigarte?... cuando perdí mi confianza y caí, me empezaron a seguir y seguramente te empezaron a seguir a vos también para saber si eras el reemplazo adecuado… así que un auto me sigue a mí y el otro a vos… mira, ahí bajaron los agentes que trabajan para la intendencia, pregúntale a ellos mejor.

Cáceres en un ataque de desesperación, saca su arma reglamentaria y dispara sobre los atacantes hasta agotar munición y sin provocarles bajas, entonces alza su puñal y decide atacar al subcomisario, pero su impulso no llegó lejos, los agentes abrieron fuego y lograron derribarlo. Navarro sosteniendo su hombro logra reincorporarse y camina tambaleandose hasta El Espectro, mientras los agentes se acercan corriendo.

- Déle subcomisario… máteme… termine con mi vida.
- No, yo no… vos terminaste con tu vida cuando mataste por primera vez, ahora te vas a podrir encerrado, los muchachos del pabellón van a estar contentos de tener a un policía corrupto como compañero de celda… ahora tu peor castigo va a ser, seguir viviendo – en ese preciso momento llegan los agentes – muchachos arrestenlo y por favor llamen una ambulancia.
El último impulso de Cáceres no fue de atacar a los agentes con el puñal, sino de cortarse sus venas, era muy obvio que no iba a arrepentirse de lo que hizo, menos aguantar la carcel.
Por la mañana, con un sol intenso, en la habitación del hospital siendo acompañado por su esposa, Navarro con su hombro vendado, mira la tapa del diario y lee como terminó por fin la pesadilla del Espectro.