"Los sabios heredarán honra, más los necios llevarán ignominia"

(Proverbios 3:35)

martes, 17 de noviembre de 2009

Infidelidad

El estudio era bastante acogedor... muy bien amueblado, con un gran ventanal con vista a la calle. En una amplia mesa la secretaria del Psicólogo teclea rápidamente en su computadora... hasta que rompió el silencio...
- ¡¡Siguiente!!...
Una señora de unos cuarenta y dos años, se levantó apuradamente y se dirigió al despacho del doctor... golpeo suavemente en la enorme puerta, espero la respuesta desde adentro y luego ingresó.
Sentado detrás de su escritorio... un hombre con una presencia profesional de unos treinta y ocho años, le hizo un ademán a su paciente para que se sentara... se saludaron respetuosamente y comenzó la sesión...
- Buen día, Señora... ehhmm Nilda… de Rojas... ¿puede ser?
- Si doctor, así es.
- Bueno cuénteme, ¿cuál es el problema que esta teniendo?
- Mire... con mi marido teníamos una buena relación... me trataba bien, igual que a los chicos... pero un día empezó a actuar extraño... mentía que se quedaba en el trabajo... ya no me atendía y hasta no le prestaba atención a los chicos...
- Siga, por favor...
- Hasta ahí, dentro de todo el clima estaba calmo... pero la cuestión empeoró, cuando una amiga mía, me comentó de haberlo visto con una… ¿Cómo decirlo?... “acompañante”... intenté no prestarle atención a lo que me dijo, pero era imposible... tenía un “algo” por dentro que me impulsó a sacarme la duda...
- ¿Qué fue lo que hizo entonces?
- Contraté a un persona de confianza, para que lo siguiera... y me confirmó mi sospecha... ¡¡mi esposo me engaña, doctor!!... – de repente una lagrima comenzó a deslizarse por su cara, y ella la hizo desaparecer con su pañuelo- no se imagina la indescriptible indignación que tuve, y que todavía tengo... es más, hasta... hasta tengo ganas de matarlo, por tan aberrante traición.
- Hmmm... la verdad es que me deja sin palabras... pero igual no debe cometer una locura y ensuciarse las manos... quizás lo mejor sea olvidar todo y empezar de nuevo.
- Pero doctor... ¿cómo pretende usted que me olvide de quince años de matrimonio?... las noches que me desvelé para atenderlo cuando se enfermaba... cuando se quedó sin trabajo, hicimos hasta lo imposible para salir adelante... y ahora me viene a engañarme con otra mujer...
- Nilda, escúcheme... esta claro que para la mayoría de las parejas estables, la infidelidad rompe la confianza absoluta depositada en el otro, y es difícil recuperarla... pero la verdad es que, a la vista de la evolución del matrimonio, no podemos dejar de pensar que el ser humano es ambivalente... por una parte desea ser fiel... pero lo cierto es que parece ahogarse en una relación prolongada y busca la variedad.
- Me lo dice tan tranquilo, por que no le sucedió a usted...
- Eso no tiene nada que ver, quitarle la vida a un cónyuge no es la solución más viable a los problemas personales... lo mejor sería, intentar olvidarlo de a poco... y comenzar su vida de nuevo sin descuidar el cariño de sus hijos.
- O sea, ¿que usted quiere que mire a otro lado, mientras el se ríe de mí?...
- Nadie se ríe de usted Nilda... pero ahora ¿comprobó si el le fue infiel con una “profesional” o acaso mantiene una relación estable?
- Y... se encuentran casi todas las tardes... para usted ¿eso es una “profesional” o una pareja estable?
- ¿Cómo sabe que se ven por las tardes?
- No le conté que contraté a una persona de confianza... lo siguió casi por dos semanas y todas las fotos que sacó son con la misma mujer...
- ¿Tiene fotos?... interesante… ¿Las puedo ver?
- Por supuesto.
Nilda comienza a revolver sus pertenencias dentro de su cartera, hasta que saca un sobre A4 de papel madera y se lo alcanza a su Psicólogo. Este lo abre y observa detenidamente las fotos... de repente su expresión cambió... su rostro se torno lúgubre, cambiando rápidamente a un tono agresivo. Arrojó el sobre con furia sobre el escritorio... se levanto de su silla y tomó el saco del perchero.
- Bueno... ¡aquí termina la sesión!- exclamó cortante el doctor.
- ¿Cómo que acá finaliza?... ¿entonces... que hago con mi marido?
- Usted haga lo que quiera... ¡¡YO VOY A MATAR A MI ESPOSA!!

domingo, 1 de noviembre de 2009

La Jaula

Otra noche más en esta húmeda y comprimida habitación, en la que mi cuerpo reposa hace ya cinco lunas. No tengo contacto alguno con el exterior, solo una pequeña ventana abarrotada, deja que entre algo de libre oxígeno y es la que me avisa cuando es de día y cuando oscurece. Tan solo tengo aquí dentro un colchón todo roñoso y una frazada no más impecable. Hace un instante las personas que se visten iguales y que actúan en forma agresiva, entraron por la pesada y chirriante puerta que se mantiene siempre cerrada, me trajeron lo que ellos llaman cena, aunque el frenético apetito me impulsó hacia la bandeja, para tratar de llenar el vacío de mi estomago, mi idea cambio cuando tome el trozo de pan, intenté darle fuertes mordiscos, pero pensé que mis dientes se rompían, quizás si lo arrojaba contra la pared la tiraría abajo. Con el agua no me fue distinto, ya que pensé que bebía fango y lamentablemente tuve que escupirla, pero en forma silenciosa, porque si las personas que visten iguales ven que tiro la cena, me van a agregar más marcas escarlata sobre todo mi cuerpo. Así que me siento sobre el fino y mugroso colchón que ni siquiera es capaz de frenar la intensidad glacial que proviene del piso en forma dominante, enlazo mis manos, solo me queda orar para que termine mi sufrimiento de una forma u otra.