"Los sabios heredarán honra, más los necios llevarán ignominia"

(Proverbios 3:35)

lunes, 19 de octubre de 2009

El Título

El bar estaba completamente desierto, hasta que llegaron cuatro personas… tres hombres y una mujer. Los cuatro son escritores y están por hacer una reunión previa antes de presentar su material ante una editorial. Hacen una seña al mozo para que se acerque.
Mientras Silvia deja su abrigo en el respaldo de su silla, Gustavo busca sus copias en la mochila, Carlos las esta sacando de una carpeta y Nicolás ya las tenía en su mano. Cuando los cuatro depositan sus trabajos en la mesa, se arrima el mozo con un anotador y un lápiz.
- ¿Qué se van a servir? – pregunta este cortésmente.
- Traiga una ronda de café, por favor – responde Carlos.
- Muy bien... disculpen el atrevimiento, pero ¿son escritores? – continua la conversación mientras anota el pedido.
- Así es... o al menos lo intentamos – contesta Silvia en forma de chiste, y los demás comienzan a reírse festejando su respuesta.
- Yo siempre soñé publicar un libro, pero no soy muy bueno escribiendo, entre el bar, que ahora esta vacío pero a veces es un mundo de gente, y la familia, que si no es mi esposa son mis hijos, no tengo tiempo suficiente para dedicarle. La verdad que los envidio.
- Podría traer los cafés antes de que nos vayamos por favor – Gustavo siempre en forma cortante.
- En seguida se los traigo - resignado el mozo, da media vuelta y se retira.
Los cuatro escritores comienzan a exponer sus opiniones, y comienzan a organizar lo que sería la tapa, contra tapa, que escribirían en el prologo. Y la discusión comienza cuando entra en conflicto el titulo, cada uno venía con alguno preparado, pero otro argumentaba un mini discurso para que se quiten esa idea de la cabeza. En medio de la discusión aparece el mozo, y en una bandeja de plata traía lo que habían encargado.
- ¿Podrían poner las hojas en una esquina de la mesa?, así puedo poner las cosas – pregunto respetuosamente.
Nicolás en forma callada se encarga de juntar todos los trabajos, y entonces el mozo comienza a descender en la mesa, todo el pedido.
- Les comente que tengo un amigo que trabaja en una editorial, que siempre me insiste que escriba, que él se encargaría de publicarlo… es un muy buen contacto, se que cuando tenga algo lo voy a ver – comento con la intención de continuar la charla.
- No, no lo dijo y nosotros también tenemos contactos en una editorial para poder publicar, si ya termino puede retirarse – Gustavo siempre tan “cortes”.
Una vez terminados los cafés, la discusión se prolongó un rato, hasta que Nicolás comienza a sentirse mareado y preocupa a los demás, lo sigue Gustavo, que siente que se le cierran las vías respiratorias, Silvia es la siguiente, que se desploma en el piso. Del temor, Carlos intenta salir corriendo, pero es demasiado tarde, su café también estaba envenenado. Con su último aliento puede ver al mozo, que se acerca a la mesa, toma los trabajos de los cuatro y se le acerca.
- Gracias, por los escritos... me voy corriendo a ver a mi amigo y poder cumplir mi sueño, y no se preocupen por el titulo que lo voy a pensar camino a la editorial. – se marcho alegremente pronunciando nombres al aire como si estuviera hablando con otra persona.

lunes, 12 de octubre de 2009

Frase de Robert Rodríguez

"Lo que tienen que aprender es que ser creativos no es lo único. Tienen que convertirse en técnicos. La gente creativa nace con eso. La gente técnica no puede ser creativa, es algo que nunca tendrán. Hay mucha gente creativa que no quiere aprender cómo ser técnica, así que termina dependiendo de la gente técnica. Conviértanse en técnicos, lo pueden aprender, y si son creativos y técnicos serán imparables"

Robert Rodríguez: Guionista y Director norteamericano, que se caracterizó por hacer películas de bajo presupuesto. Entre ellas están: La trilogía del Mariachi, Planet Terror, Sin City, Del Crepusculo al Amanecer.

viernes, 9 de octubre de 2009

Nuestras Tardes

Son las seis de la mañana... a pesar de la hora todavía estoy solo en la oficina, hace un rato que termine mi desayuno... estoy limpiando mi taza mientras la computadora inicia su sistema operativo. Sospecho que el día de hoy, va a resultar casi estresante... en el escritorio hay una montaña enorme de papeles y planillas que debo controlar y firmar... todavía tengo cosas pendientes desde ayer, pero siempre que termino de resolver un problema, me aparecen cuatro.
Pero igual nada de esto permite que pueda olvidarme de ella.
Recuerdo su anterior trabajo, estaba prácticamente viviendo ahí y sus días de descanso eran inciertos. Había veces que pasaba un largo lapso de tiempo sin que nos viéramos.
Por suerte lo dejó, y ahora se dedica solamente a la tranquilidad hogareña. De esta manera no tenemos que esperar sus días francos para vernos. Ahora tenemos todas las tardes de la semana, en las que retorno de mi trabajo, por eso acordamos denominarlas nuestras tardes… para convertirlas, en nuestra ceremonia personal.
Además la noto más compañera y su sola presencia en mi casa, es el significado de la palabra felicidad.
Son casi las ocho, ya empezaron a llegar mis compañeros, entre café y anécdotas, les recordé nuevamente a todos cuanto la aprecio y lo que significa ella para mí. Finalizada esa peculiar reunión, en la que todos tratamos de conocernos mejor charlando de nuestras cuestiones familiares. Vuelvo a mi escritorio a tratar de disminuir la inmensa montaña de trabajo que tengo en este instante.
Para cuando terminé de teclear en la máquina, eran casi las nueve y treinta... milagrosamente pude poner todo al día... lance un largo suspiro al aire, como señal de victoria... le había ganado al tiempo. Me acomodo en la silla y observo el reloj que llevo puesto, uno de los tantos regalos que me hizo, e inmediatamente se me vino a la mente varios recuerdos de nuestra infancia... ella jugando en mi casa... yo con mi hermano divirtiéndonos en la suya... cuando su abuela nos llevaba a la plaza... todos los cumpleaños... los días del amigo. Pero el que más revivo es cuando a los once años, le escribí una carta, en ese entonces mi timidez era más poderosa y tardé dos días para dársela, y cuando junte coraje y se la entregué en sus manos... no pronunció palabra alguna, solamente me la entregó callada, un silencio tan profundo que solo consiguió alargar aún más mi duda. De la bronca rompí la carta y en cada trozo de papel que desintegraba, iban con el las esperanzas de estar juntos.
Me invadió una vergüenza inimaginable, que no me permitió mirarla a los ojos, ni hablarle como la había hecho hasta ese momento... mi silencio duró varios años... me auto margine de su compania por miedo a otro rechazo. Tarde un tiempo para atravesar esa barrera inexpresiva, y volver a dirigirle una palabra.
Mientras admiro la belleza de sus ojos, en una foto suya que tengo debajo del monitor de mi computadora... no entiendo como se me vino a la cabeza, la tarde en que me presentó a su novio... quizás fue la daga más filosa que alguna vez me haya cortado, dejándome una herida incurable.
Por suerte sonó el timbre del teléfono y arruino ese fastidioso recuerdo. Me acaban de comunicar que ya nos depositaron el mes de sueldo, perfecto, lance un grito frenético que retumbo en la oficina, me callé cuando me di cuenta que varios compañeros me miraban desconcertados. Me levante de mi silla y salí a dar una vuelta por la planta.
En el instante que observo mi reloj, noté que faltaba poco para ir a almorzar, así que decidí volver a buscar al resto del grupo. La comida no fue de lo mejor, pero los chistes estuvieron espectaculares... en el comedor solo se escuchaban nuestras risas.
Por fin se cumplió mi horario, la salida y el retorno a casa. Una vez cumplida mi tarea, me encuentro en el vestuario, me ducho lo más rápido que puedo, porque no veo la hora de estar con ella.
Llegue tarde a la estación y el siguiente tren viene en quince minutos aproximadamente, me dirijo a un banco de cemento a realizar la espera... mis neuronas entraron en funcionamiento y me sitúo en una noche sábado que salimos a bailar con su hermana y la amiga... un repentino viaje al shoping a jugar al minigolf y al bowling... y en especial una noche del mes de julio, tanto miedo tuve de equivocarme en alguna locura mía, pero la suerte estuvo de mi lado... nos unimos en un interminable y tierno beso, a partir de ese momento nos entregamos a una pasión eterna.
Tan solo una semana después, decidimos contarles a todos lo de nuestra relación... y hoy hace ya cinco años que estamos juntos... hubo peleas, discusiones, mal entendidos... pero nuestro amor siempre soluciono todo.
El ruido molesto de la locomotora me despedazó el dulce pensamiento entre nosotros. Viajo demasiado apretado en este tren, ya que en esta hora salen todos de trabajar... de pura casualidad conseguí un asiento, así que voy a tratar de descansar hasta llegar a destino.
Una vez que me baje del tren, me dirijo a un cajero automático a retirar mi sueldo. Una vez que tuve la plata en la mano, me acerco a un puesto de flores y le compro un enorme ramo de rosas rojas, sus preferidas.
Por fin me encuentro en mi hogar, el cansancio del viaje y las tareas laborales hacen que extrañe mi techo cada vez más. Dejé mis cosas y fui a buscarla, la encontré cocinando, sola, tranquila, me vio y me saludo con un frío beso. Ya antes de llegar en donde estaba ella, mis piernas comenzaron a temblar... la timidez me renació, como aquella tarde en la que le di mi carta y ella me la devolvió en silencio... pero ahora debía ser más fuerte que nunca... este paso que iba a dar, era muy importante, por eso tengo que hacer las cosas de la manera más delicada... así que me pare justo en frente de mi novia, escondí detrás mió el ramo de rosas, y debía a toda costa superar mis temores… así que recobre mi valentía y este era el momento para hacerle la pregunta que iba a tener un antes y un después en mi vida… respire hondo y la formule…
- ¿Te querés casar conmigo?
Me asuste… ya que se quedo hecha una estatua, como aquella tarde que me devolvió la carta en forma insonora… miraba para abajo y no me respondía.
- ¿Y? ¿Te querés casar conmigo?
- NO… lo siento mucho… pero la verdad, te lo iba a decir hace tiempo, pero decidí volver con mi ex. Todo este tiempo que estuve con vos, mi vida no avanzó nada. Seguimos viviendo en esta casa que se cae a pedazos y vos que en tu trabajo no progresas ni ascendes, ganas miseria y eso no alcanza… lo lamento demasiado pero pensé que eras otra cosa.
Sin más nada que decir se fue hacia su dormitorio. Yo, petrificado por la respuesta, digiriéndola de a poco, por como me golpeo. Deje el ramo sobre la mesa… tome el cuchillo con el que estaba cocinando y la alcance antes de que entre a su dormitorio. Alce mi mano y la baje con toda la furia, una y otra vez. No recuerdo cuantas fueron, tampoco si gritó o si trató de defenderse… pero se que fueron puñaladas devastadoras, que acabaron con su vida en un instante. La arrastré, marcando un camino de sangre hasta el patio… cavé una enorme fosa y la enterré, dejando las rosas rojas encima de la que ahora se convertía en su tumba.
Así es querido diario... en un tiempo, la sentí más distante que al mismo firmamento... y hoy como no me aceptó como su marido y además quiso volver con su ex pareja... tuve que hacer un pequeño sacrificio, pero valió la pena, ella ahora esta solamente conmigo y de acá no se va a mover y lo más importante que no va a ser de nadie más. Así que partir de hoy no solo tengo que ser más responsable en mi trabajo, y más dedicado en la casa, sino que le voy a traer sus flores preferidas siempre, hasta el día en que yo muera. Va a tener sus rosas rojas manteniendo nuestra ceremonia personal… y solo resta decir que es hoy no fue un día normal… a partir de hoy quedó sellada como nuestras tardes.