"Los sabios heredarán honra, más los necios llevarán ignominia"

(Proverbios 3:35)

lunes, 24 de agosto de 2015

El Ascenso - Capítulo 02

-          ¿¿¡¡Querida ya te duchaste!!?? – grito el nuevo gerente.
-          Ya salgo – respondió ella que estaba dentro del baño.
Mientras la madre de Félix se terminaba de secar, el padre fue a una pequeña cómoda del comedor y saco una botella de coñac, un vaso y una hielera. Mientras preparaba el trago y le daba un pequeño sorbo y pensaba para sí mismo. “Por fin el puesto de gerente es mío, tantos años luchando… los aliados y enemigos que supe ganar, la envidia de mis compañeros viendo que yo escalaba y ellos seguían en sus mismos puestos, todos los problemas que con dedicación y responsabilidad pude afrontar, y por fin llego el día de recompensar ese esfuerzo que hice todo este tiempo por la empresa. Esta es mi noche, esta es noche en la cena me nombrarán gerente y todos me aplaudirán… a partir de esta noche mi vida va a cambiar totalmente.”
-          ¡Listo querido, la ducha esta libre! – gritó ella quebrando el egocéntrico pensamiento del marido.
-          ¡OK, ya me ducho!
El hombre que estaba celebrando dejó su vaso vacío, y salió corriendo hacia la ducha, pues era su noche y no quería llegar tarde.
Mientras el padre de Félix se duchaba  y su madre se maquillaba frente al espejo de su dormitorio, tocaron el timbre de la puerta en un ritmo extraño en forma de clave, ella sin molestarse en atender escuchó pisadas rápidas bajando las escaleras, que sonaban como la descarga de una ametralladora. Luego de un momento de silencio,  paso un instante y sin oír pisadas que indiquen que alguien estaba subiendo las escaleras, escuchó que se cerró la puerta del dormitorio de su hijo en un golpe seco. Su marido dentro de la ducha no se entero de nada, pero sin embargo ella escucho todo el extraño evento y le resulto sospechoso. Se levanto pesadamente prestando atención a cualquier ruido, pero solo el incesante gotear de la ducha rompía el silencio de la noche. Se encamino tranquilamente hacia la habitación del joven… apoyo su mejilla izquierda contra la puerta para comprender lo que estaba pasando.
-          … pero vos seguís siendo la única que me comprende y esta conmigo cuando nadie siquiera se fija en mi, por más que todos te rechacen yo jamás me voy a olvidar de vos…
Sorprendida por lo que acababa de oír, abrió la puerta rápidamente. La entrada fue algo bastante inesperado por su hijo que quedo petrificado, y ella en su rostro mostraba una fusión de sorpresa y furia.
-          ¡Félix!... ¿Qué significa todo esto?
-          Mamá… ella es mi… “compañera especial”
-          Sácala de acá, no quiero volver a verla, ni saber de ella.
-          Déjame explicarte aunque sea.
-          ¡Basta!… por esta noche voy a hacer de cuenta que no vi nada… el ascenso de tu padre es muy importante para que lo arruines con tus problemas, mañana nos vas a explicar este asunto.
-          Es que… hace un tiempo que la conozco, nada más.
-          Mañana… mañana nos explicas todo, ahora voy a terminar de arreglarme – dio media vuelta tratando de olvidar  todo lo sucedido.
-          ¡¡Estoy harto de este maldito ascenso!!... ¡ojala que no le dure nada! – estallo colérico.
-          Deja de fastidiar por una noche – le contesto ella, ya escapando y sin darse vuelta cerró la puerta al salir.
Luego de un rato, se escuchaba a la pareja bajando las escaleras, Félix se arrimó y espió hacia abajo por la puerta entreabierta de su habitación, lo vio a su padre que no paraba de mirarse frente al espejo y su madre que le retocaba la corbata. Tenían una imagen triunfal, pues los dos tenían que querían… que sean felices con el ascenso.
-          ¡Chau Félix, pórtate bien! – gritó su padre mientras salía y encendía el auto.
-          ¡Chau Félix!... ¡no dejes entrar  a nadie y acordate que tenemos una charla pendiente!
La majestuosa pareja dentro del auto, esperaba a que abriera el portón, una vez afuera, la brillante carrocería se interno en la tranquila noche.
Ya iniciado el viaje, la madre de Félix le relata a su marido con lujo de detalles lo sucedido en la habitación de su hijo.
-          ¡¡Qué!!... ¿y que hacía en su pieza?, ¿supongo que la sacaste?
-          En realidad no… le dije a Félix que la sacara y que mañana nos diera una explicación… no quise arruinar la velada, por eso me calle en casa.

-          Si, hiciste bien… igual no voy a volverme para hablar con él, esta cena es más importante que las macanas que haga nuestro hijo, pero mañana vamos a charlar los tres y muy seriamente… ya es hora de que madure.

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