De
repente apareció una mesera, muy joven, que sin ser sensual era muy atractiva,
y esbozaba una sonrisa carismática.
-
¿Se va a servir algo el
señor? – Preguntó la simpática mesera a Martín González.
-
Ehhmm… no sé. – La pregunta
pareció agarrarlo por sorpresa a Martín.
-
Vamos hombre, es una
simple pregunta. Siempre tiene que estar atento y con la guardia en alto.
- Recomendó esbozando una sonrisa
Satanovski.
-
Ehmm, si, un café.
-
No, no. – Se apuró en
interferir Satanovski – Que mi amigo se tome mi café, que está intacto, ni lo
toque. Sin embargo a mi tráigame una copa de J&B Reserve, por favor. No sé
cuánto tiempo me quede – Le guiñó un ojo a González – Tranquila, tomate tu
tiempo hermosa.
-
Ya le traigo.
Se
retiró sonriente, la simpática mesera. Mientras Satanovski le acercó el café a
González, este estaba metiendo la mano en el mango de la pistola que tenía
guardada en la cintura.
-
Tome tranquilo Martín González. Al menos
concédale la última voluntad a este pobre viejo.
-
Voluntad concedida Satanovski – Prácticamente
vació la taza de café de un sorbo – Disfrútelo.
-
Usted también Martín González – Dijo
diabólicamente mientras lo miró como se tomaba la taza de café y la dejaba
sobre la mesa.
-
Después de que se tome su copa
Satanovski, dígale “Adiós” a la vida – Exclamó casi balbuceando González, con
cierto malestar y mareo.
-
Sepa usted Martín González, que sus
ayudantes y usted son unos completos inútiles. Seguramente ninguno le informó que
me vieron sirviendo de mi petaca de plata dentro de la taza de café. Deben
haber pensado que soy un adicto alcohólico – Mientras Satanovski le seguía
hablando, González estaba más mareado y realizó algunas arcadas – Ni se
debieron imaginar que lo llevo en la petaca es una dosis potenciada de cicuta.
Y que la tengo en caso de ser secuestrado, para tomármela y morir al instante.
Nunca pensé que iba a toparme con aficionados. Dígale “Adiós” a la vida, Martín
González.
Cuando
la mesera llegó con la copa solicitada por Satanovski, lo único que encontró al
llegar a la mesa fue a Martín González muerto. Luego se supo que fue
envenenado. A Satanovski jamás lo volvió a ver, aunque lo recordó por varios
días, insultándolo, ya que el trago de J&B Reserve es carísimo y se lo
descontaron a ella. Lo peor fue que arrestaron a la encargada, por haber puesto
veneno en el café del cliente.