Satanovski
alzó la vista, intrigado por quien mencionaba su apellido… falso obviamente,
había usado tantos nombres y apellidos en su vida, que a veces le costaba
trabajo recordar el original.
-
Sí, ¿Quién pregunta?
El
tipo fornido se sentó a su lado en la mesa, y con una sonrisa burlona dibujada
en el rostro, le extendió la mano para saludar.
-
Mucho gusto, Martín González.
Todavía,
sin entender quien era el tipo que tenía enfrente ni que quería. Satanovski
accedió al saludo, más por una cuestión formal que por otra cosa.
-
Usted dirá, Martín
González.
-
Vea Satanovski, le voy a
hablar sin rodeos… Vine acá para asesinarlo.
-
Ajá – Satanovski colocó
el señalador en la hoja donde había dejado de leer, cerró el libro y se puso a
escuchó con atención. – Mire usted que interesante. ¿Y a todas sus víctimas
usted se le presenta como asesino o solo a mí?
-
En realidad me están
poniendo a prueba. Y para pasar esta prueba, tengo que generar una vacante. No sé,
si me explico.
-
Oh, sí. Claramente.
-
El simple hecho que me
haya acercado a usted, es símbolo…
-
De idiotez
-
…de supremacía. Diría
yo, Satanovski.
-
Depende la perspectiva.
-
Y me pidieron que
demuestre que si me consideraba el mejor, que mate al mejor.
-
Qué gran halago, Martín
González… ¿Es su verdadero nombre?
-
Exacto.
-
Y dígame Martín
González, ¿Piensa entrar en este mundo usando tu verdadero nombre? – Preguntó
irónicamente Satanovski.
González
se quedó mirando fijamente a Satanovski sin tener que responderle, por dentro
sentía que había perdido la iniciativa.
-
Tengo otra duda Martín
González… ¿A tus ayudantes les pagan los que te están poniendo a prueba o sale
de tu parte?
-
Yo no tengo ayudantes
Satanovski. No los necesito. – Si bien González quería sonar firme y decidido,
su tono de voz no sonó con la firmeza deseada.
-
Entonces avísele al
corredor que pasó varias veces corriendo y mirándome sin ningún disimulo, que
tiene la ropa muy nueva para simular ser un atleta profesional, ya debe estar
muy agotado. Lo mismo a los que están mirando las vidrieras de ropa, ¿Todavía
no se deciden cual comprar? Hace más de 20 minutos que están parados en el
mismo local. ¿Tanta gente necesitas Martín González? Muy poco eficiente de tu
parte. No vas a progresar nunca si le tenés que pagar a tantos ayudantes.
González
miraba fijo al viejo, comiéndose los nervios. Mientras Satanovski lo miraba
socarronamente. Hasta que no aguantó más y González se llevó el dedo índice a
su oreja para activar la “cucaracha” e impartir órdenes.
-
Atención todos,
escúchenme, atención todos… Retírense, repito, retírense. A partir de ahora me
encargo yo solo.
Al
cabo de un instante, quienes parecían ser simples transeúntes y que en realidad
eran ayudantes de González comenzaron a retirarse.
-
Bien, ahora solo estamos
nosotros Satanovski.